jueves, 18 de junio de 2009

Declaración del Frente Popular Darío Santillán ante las elecciones del 28 de junio

4 de junio de 2009
Se agradece la difusión

Si vas a votar, no votes contra el pueblo.
No votes contra vos mismo/a.
Antes y después del 28 de junio
Unite, organizate, luchá.
Construí poder popular

El 28 de junio nuevamente hay elecciones nacionales. Las alternativas con posibilidades de ganar están conducidas por partidos políticos que no representan los intereses del pueblo.

En el gobierno, el PJ-FpV conducido por los Kirchner, cada vez más atado a la burocracia política y sindical, entre ellas a una de las figuras de la derecha justicialista de los 90, Daniel Scioli. Su política de corte neodesarrollista beneficia fundamentalmente a las empresas exportadoras de riquezas naturales, como las compañías petroleras, mineras, graneras; y en segundo lugar, a algunos grupos industriales que viven eternamente atados a los subsidios del Estado, con los que todo el pueblo les sostiene su tasa de ganancia.

En el marco de una crisis mundial que se extiende por el mundo y que estamos pagando los trabajadores, la Argentina no escapa a la regla general de todos los países del continente mestizo, ricos en “recursos”. En la división internacional del trabajo dispuesta por los poderosos, los territorios de Nuestra América están destinados a la penetración y el saqueo por parte de empresas trasnacionales, principalmente norteamericanas y europeas. Y el gobierno “nacional y popular” alienta políticas en este sentido, tanto desde sus gobiernos provinciales como desde oficinas nacionales que tienen por objetivo salir a vender el país en el mundo. Basta ver cómo están compuestas las exportaciones argentinas y el protagonismo de los distintos sectores económicos en ellas, para observar el nuevo colonialismo, al que no le importan tanto los discursos sino cuánto lo benefician concretamente las políticas de Estado.

Negándose a la posibilidad de enfrentar la crisis con medidas a favor del pueblo, el gobierno elige atender los reclamos patronales: la consigna es tener un dólar alto, que licúe los “costos salariales”, para hacerlos más competitivos (a ellos), mientras se mantienen puestos de trabajo en condiciones precarias, que aseguren que ningún derecho laboral vaya a entorpecer las necesidades del capital; si cae la tasa de ganancia y hay que despedir, suspender o recortar salarios, así se hace. En la estrategia empresaria, la precarización juega un rol central en la tarea de dividir la fuerza de trabajo, disciplinando la fábrica. Y a los que quedan afuera, como sobrante de los trabajos útiles para el sistema, le queda seguir años y años con planes sociales equivalentes a migajas, que se devalúan día a día y muestran el cinismo de la clase gobernante: ni siquiera son capaces de universalizar esa mínima asistencia, que, primero que nada, es repartida clientelarmente entre sus punteros.

Extranjerizante y antipopular, el modelo de saqueo y bajos salarios es compartido (y más) por las figuras de la oposición por derecha, representadas por el peronismo impresentable y el radicalismo vuelto a reunir tras la debacle de 2001. La derecha viene a profundizar el modelo, fortaleciendo los lazos con el imperialismo, agitando el tema de la “inseguridad” para acentuar la represión y dando aún mayores garantías para los negocios de unos pocos asentados en el hambre de millones.

Como parte de este entramado, es natural que entre sus filas se encuentren responsables del asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki en la Masacre de Avellaneda, que intentó atender el pedido del poder económico -la Asociación de Bancos, la Sociedad Rural- de poner orden el 26 de junio de 2002. Felipe Solá y Alfredo Atanasof, hasta hace minutos integrantes del gobierno “nacional y popular”, ahora son candidatos en los primeros lugares de la lista de la Unión PRO, detrás de la que se encuentra –como es ampliamente sabido, aunque ni se mencione en los medios monopólicos- el propio Eduardo Duhalde.

El Gobierno y la oposición de derecha comparten en esencia que la salida a la crisis económica debe efectuarse beneficiando a las grandes empresas: “nacionales” (por ejemplo Techint, Arcor) y extranjeras (Mercedes Benz, Peugeot-Citroen, Ford, entre otras). Porque más allá de un discurso u otro –¡algunos incluso muy nacionalistas! -, coinciden en que primero hay que subsidiar a los capitalistas porque así los beneficios después (siempre después) se derramarían sobre el pueblo. Recetas que ya conocemos de sobra como terminan: los ricos fugando divisas, los pobres pagando con aumentos de precios. De esta manera sus políticas terminan descargando los efectos de la crisis sobre el pueblo trabajador, que a través de (bajos) salarios reales y (altos) impuestos regresivos continúa financiando la fiesta de los pocos cada vez más ricos.

Sin embargo, la propaganda del kirchnerismo “hace como si” se tratara de modelos diametralmente opuestos. El gobierno nos pide el voto útil para enfrentar el avance de la derecha. Todavía nos acordamos cuando nos pidieron el voto útil para evitar que subiera Angeloz, que venía “con el lápiz rojo para tachar gastos del Estado”, y ganó Menem. Nos acordamos también cuando nos pidieron el voto útil para que no ganara Duhalde, “el vicepresidente de Menem”, y subió De La Rúa. Nos parece que no se trata simplemente de cambiar de collar, sino de algo más importante.

Por eso decimos claramente: Si vas a votar, no lo hagas por los que van a aplicar políticas en tu contra, no votes a los Kirchner y sus aliados provinciales; ni a la oposición de derecha expresada en las alianzas entre Macri, Solá, Duhalde y De Narváez o entre Carrió, la UCR y López Murphy.

¿Y los sectores populares? ¿no tienen que presentarse a elecciones?

El escenario parece ser complicado, porque los sectores de trabajadores difícilmente vamos a salir favorecidos tras estas elecciones. Todo está armado para legitimar un modelo que conserve este nivel de desigualdad, o en todo caso hacerle correcciones “por derecha”, profundizando la situación de pobreza e inseguridad social en la que vive la mayoría de la población.

Por supuesto, también hay fuerzas políticas de izquierda y centro-izquierda que presentan sus candidatos en estas elecciones, y no creemos que son todos lo mismo. Reconocemos en muchas de estas fuerzas a compañeras y compañeros honestos, aunque no compartimos que la disputa en los mismos términos con los partidos hegemónicos pueda ayudar a obtener cambios decisivos a favor del pueblo. Por tal razón, en esta etapa decidimos orientar todos nuestros esfuerzos a seguir generando organización de base y articulación entre los sectores populares que construimos para transformar esta realidad injusta.

No se trata de una cuestión de principios, ni pensamos que todos los momentos políticos y las elecciones son iguales. El problema de fondo en este caso es que, como pueblo, no hemos logrado la acumulación de fuerzas necesarias para intervenir e incidir a nuestro favor en un terreno institucional donde las reglas del juego las fijan las clases dominantes. Enfrentamos en desventaja un sistema en el que la “democracia” sólo es un acto de elección de quiénes gobernarán sin cumplir los mandatos populares, sin respetar los intereses de los trabajadores; gobernando de hecho para quienes detentan el poder real en la sociedad. Por eso, construir poder popular es también alentar otro tipo de democracia: desde el pueblo, de participación directa y asamblearia, de mandatos revocables y donde, los que sean elegidos, deban “mandar obedeciendo” al pueblo, y no al poder económico.

La situación argentina contrasta enormemente con la de países hermanos, donde el pueblo, como parte de una lucha que excede lo institucional, ocupa también estos espacios. Basta mencionar como ejemplo el caso de Bolivia, donde el instrumento electoral fue creado por los movimientos sociales después de largos procesos de lucha y acumulación de fuerzas; proceso que incluyeron insurrecciones y crisis políticas en las que el pueblo alcanzó triunfos decisivos, como la guerra del agua.

Con muchas fuerzas sociales y políticas seguramente nos seguiremos encontrando en las distintas luchas en los barrios y en los lugares de trabajo y estudio. Las posiciones en esta coyuntura pueden ser diversas: votar candidatos propios, abstenerse, votar en blanco. También el voto propuesta, como el impulsado desde Otro Camino para Superar la Crisis, espacio en el que participamos coordinando con agrupaciones y movimientos de diferentes sectores. Lo fundamental en esta etapa, nos parece, es tener en claro la necesidad de construir unidad en la lucha concreta. Trabajamos para que las elecciones no dividan la resistencia a las políticas de ajuste.Políticas que ya comenzaron y sólo prometen ser peores.

Creemos que tras el 28 de junio se abrirá un escenario donde se requerirá la más amplia movilización y unidad popular para resistir las políticas que intentan quienes aún nos dominan. Las políticas que apuntarán a descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores serán mucho más evidentes. Necesitamos organizarnos desde abajo y unirnos para recuperar los bienes de nuestro territorio; bienes que tienen un efecto directo en las condiciones de vida de las clases populares. Tenemos que luchar para enfrentar los despidos y las suspensiones, por salarios y contra la precarización, por condiciones de trabajos dignas. Tenemos que lograr una seguridad social que permita que todas las familias, las que consiguen empleo y las que no, tengan un plato de comida en su mesa. Tenemos que tener salud, educación, vivienda, justicia. Para conseguir todo esto tenemos que ir generando los lazos que nos unan con nuestras/os iguales. Tenemos que hacer posible más organización popular que nos ponga en otra situación de fuerzas. Y más allá de estas elecciones, nuestros iguales son aquellos y aquellas que luchan por otro presente y otro futuro.

Por todo esto, si decidís ir a votar, te proponemos que, como primera medida, no votes por los candidatos que van a terminar gobernando contra el pueblo. Y antes y después del 28 de junio: unite, organizate, luchá. Entre todas y todos construyamos poder popular.


Sólo la unidad y organización irá creando las condiciones para otra realidad para todas y todos.

Unidad del pueblo trabajador

Que la crisis la paguen quienes la generaron

Trabajo y salario digno

  • Prohibición de los despidos por dos años
  • Fábrica cerrada = fábrica ocupada y puesta a producir por los trabajadores/as
  • Salario igual a la canasta familiar
  • No a la precarización: blanqueo salarial y pase a planta de los precarizados/as

Basta de subsidios a los ricos: redistribución de ingresos verdadera

  • Ingreso universal igual a la canasta básica de alimentos
  • Sueldos y condiciones dignas de trabajo
  • ¡No al tarifazo! Tarifa social de transporte y servicios públicos
  • Eliminación del IVA a los alimentos y los medicamentos. Impuestos progresivos (a la renta financiera –todavía exenta- y a la renta extraordinaria del agro, minería, petróleo y otras empresas extractivas del territorio común)
  • Apoyo a la redes de las organizaciones populares en los barrios: instrumentación de mercados de alimentos al costo y obra pública a través de cooperativas de trabajo genuinas, organizadas desde los barrios
  • Tierra y vivienda para todas las familias. Donde hay una necesidad, hay un derecho.

Por trabajo, dignidad, cambio social

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